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"...y el verbo era Dios", o ¿un dios? Juan 1,1c

Desenmascarando un efugio gramatical
Luis A. Rivera Rosario, Ph. D.
luis.rivera90@upr.edu / / takardia@hotmail.com

"Ἐν ἀρχῇ ἦν ὁ λόγος, καὶ ὁ λόγος ἦν πρὸς τὸν θεόν, καὶ θεὸς ἦν ὁ λόγος".

 Reina-Valera 1960 (RVR1960):
"En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios".

 Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (Biblia Testigos de Jehová):           "En [el] principio la Palabra era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios".


Imagine mi estimado lector, que usted va subiendo una colina, y cuando llega a su cresta queda estupefacto y alelado ante semejante panorámica. Frente a sus ojos incrédulos se despliega un escenario maravilloso, un extenso valle vestido de verde con puntos multicolores, incontables mariposas de mil y un colores, silbidos diversos por todas partes ensayando un concierto de libertad, y allá en el horizonte, hasta donde alcanza la vista, el verde y el azul se juntan en un beso caprichoso.
Esa misma majestuosidad es la que contemplamos cuando abrimos las Escrituras y leemos el primer versículo del Evangelio de Juan. Juan 1,1 es el principio de ese valle majestuoso que discurre hasta el versículo 18. Con este valle como arquetipo, se han creado cuadros maravillosos con pinceles dorados, miles de pinceladas nos han permitido ver detalles de su belleza. Pero también muchos han tratado de manchar y desmerecer la obra del autor.
En el Evangelio de Juan, que en realidad es un evangelio anónimo, cuya redacción, de acuerdo a muchos especialistas, fluctúa desde finales del primer siglo y principios del segundo, no más del 125 E.C.,[1] hay ya un fuerte desarrollo cristológico. Raymond Brown nos informa que los eruditos distinguen diferentes clases de cristologías. En los círculos académicos se conoce lo que se llama "Low Christology" y "High Christology". La primera le evalúa en términos que podrían incluir divinidad pero no necesariamente. En ese renglón se incluyen títulos como Mesías, Rabí, Profeta, Sumo Sacerdote, Salvador y Maestro. La segunda le evalúa en términos que incluyen un aspecto de la divinidad, y se dice un aspecto porque, aunque los términos usados colocan a Jesús en la esfera divina, ni los términos mismos ni los autores que los usan, necesariamente llevan el mismo entendimiento de la divinidad. Hay una amplia gama de posibilidades concebibles para entender el grado o la manera de la divinidad de Jesús.[2]
Desde esta perspectiva, el grado de la divinidad de Jesús es sumamente importante porque implica un entendimiento progresivo del concepto. Martin Hengel[3] plantea que a partir de la muerte de Jesús hubo desarrollo vertiginoso del concepto. En los primeros 15 a 20 años se disparó la idea del Mesías-Cristo con algunos ribetes divinos. Los primeros escritos cristianos, aun antes que los Evangelios, son los de Pablo, y en estos, se manifiesta un grado de cristología pero limitada, ya que Pablo es evidentemente subordicionista. Los Evangelios Sinópticos, que son posteriores, tampoco muestran una pesada cristología. Pero ya en el Evangelio de Juan se ve un atisbo de la co-igualdad y refleja el prototipo de lo que caracterizaría la lucha cristológica por los siguientes tres siglos.
 Ahora tenemos que bajar de la colina y ubicarnos en las trincheras para hacer frente exegético a favor de uno de los dogmas principales de la Iglesia Cristiana: la Deidad de Cristo. En este artículo voy a trabajar con el texto para hacer una exégesis que sirva de herramienta para una defensa sólida del preciado dogma. Quiero ir al punto de ataque, a la tercera cláusula del versículo 1. Hay toda una mina de oro para sacar a la superficie en este primer versículo de Juan, pero me voy a suscribir a la tercera parte del versículo, que es la que me interesa, a los efectos de ver cómo se plantea un efugio o salida gramatical que afecta el dogma tradicional de la Iglesia.
La poderosa organización de los Testigos de Jehová tiene su propia versión de la Biblia: La Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras . Si observa el inicio de este artículo, verá Juan 1,1, primero en el texto original griego, luego la traducción de la Biblia Reina-Valera (1960) y, finalmente, la traducción de la Biblia de los Testigos de Jehová. La traducción que hace la Reina-Valera es representativa de la traducción que hace la mayoría de las biblias, sean castellanas o americanas. Note cómo traducen los Testigos de Jehová Juan 1,1. En la tercera cláusula escriben con minúscula "dios" y no "Dios". Una de las características de las enseñanzas de los Testigos de Jehová es que no le adscriben deidad a Cristo, igual que los ebionitas y arrianos, entre otros, en los primeros siglos del cristianismo.
El versículo 1 del primer capítulo del Evangelio de Juan es una oración compuesta por tres cláusulas conectadas por la conjunción "καὶ" (y). Las tres cláusulas se refieren a Jesucristo como el Λόγος (Logos), "Verbo", "Palabra", y la manera cómo se traduzca cada término afecta directamente su persona. No quiero cargar demasiado la exégesis con tecnicismos de gramática griega, pero algunas pinceladas generales se hacen necesarias y servirán de hilo conductor hacia el tema central que me propuse.
Cada cláusula es una obra maestra. La primera Ἐν ἀρχῇ ἦν ὁ λόγος (En el principio era el Verbo), nos transporta ineludiblemente a la creación de Génesis 1,1. La frase preposicional Ἐν ἀρχῇ (En principio) no tiene artículo, por lo que expresa más el aspecto cualitativo que temporal. El verbo ἦν (era)  es el imperfecto activo del verbo εἰμί (ser o estar), y el imperfecto expresa una  existencia continua, atemporal. Ya en esta primera cláusula el autor de Juan nos pone frente a la eternidad del Verbo. Esa combinación de un principio cualitativo sin referencia al tiempo donde el Verbo ya existía de manera continua, no tiene otro resultado que no sea que el Verbo era co-eterno con Dios.
La segunda cláusula καὶ ὁ λόγος ἦν πρὸς τὸν θεόν (y el Verbo era o estaba con Dios), nos brinda otro elemento igual de sublime. La clave está en la preposición  πρὸς (con), usada con el caso acusativo. Rienecker y Rogers[4] indican que con acusativo se traduce "con Dios" o "hacia Dios". La primera indicaría "acompañamiento", la segunda " relación". A.T. Robertson[5], padre del griego bíblico moderno nos informa que la idea raíz de la preposición πρὸς (con), con acusativo es “cerca”, “próximo”, y también “hacia”. La idea literal es “frente a”, “ cara a cara”. A todas luces esa es la intención del autor con esta construcción gramatical. Así, la segunda piedra preciosa que nos transmite la cláusula es que el Verbo o la Palabra estaba, no solo cerca o próximo a Dios, sino que estaba en dirección hacia Dios, frente a Dios, cara a cara, lo que indica igualdad y una relación íntima y dinámica.
La tercera cláusula καὶ θεὸς ἦν ὁ λόγος (y el Verbo era Dios), coloca la tercera piedra preciosa a esta joya de la literatura bíblica. El autor explícitamente identifica el Verbo con Dios, atribuyéndole deidad: "y el Verbo era Dios". Así, estamos ante una "Alta Cristología", una cristología bien desarrollada. Más adelante en el siglo comenzaremos a ver las luchas de distintas facciones en cuanto al alcance de esa relación de Jesús-Cristo-Dios. Aquí en Juan 1,1 tenemos una solemne triple afirmación: el Verbo es co-eterno con Dios, el Verbo es co-igual y mantiene una relación íntima con Dios, y el Verbo es Dios, Deidad.
Pero es precisamente aquí en esta tercera cláusula donde está la razón de este estudio, es aquí donde los Testigos de Jehová marcan la diferencia. Las primeras dos cláusulas son traducidas correctamente, pero en la tercera hacen un giro interesante y traducen Dios con minúscula y artículo indefinido, "un dios". La traducción, de acuerdo a la Biblia de los Testigos de Jehová, es "y la Palabra era un dios". Notemos que en la segunda cláusula, traducen "Dios" y en la tercera, cuando se refiere al Verbo, traducen "un dios", de esta manera alejan al Verbo de cualquier vínculo con la Deidad.
¿Por qué hacen esto? Bueno, los Testigos de Jehová, desde sus orígenes a finales del siglo XIX, no creen en la divinidad o deidad de Jesucristo. Para ellos Jesucristo fue un ser creado; hubo un tiempo cuando Jesús nunca existió. Digamos que fue la principal y más importante creación de Jehová, algo así como la joya de su corona, con privilegios y poder por encima de toda la creación, y por eso se le puede llamar un dios. Obviamente, esta enseñanza también va contra el concepto trinitario característico del cristianismo.
Ahora voy a hacerle a usted una pregunta: Si usted entrara en un diálogo con un testigo de Jehová, y éste le dice que las traducciones de las biblias católicas y protestantes están erróneas porque, en el texto griego, en la segunda cláusula,  καὶ ὁ λόγος ἦν πρὸς τὸν θεόν (y el Verbo estaba con Dios), el nombre τὸν θεόν (el Dios) lleva artículo y, por lo tanto, se refiere a Jehová Dios; pero en la tercera cláusula, καὶ θεὸς ἦν ὁ λόγος (y el Verbo era Dios), el nombre θεὸς (Dios) no lleva artículo y, por lo tanto, es indefinido y debe traducirse "un dios", ¿Qué usted le contestaría?
Si conoce la respuesta, tiene buen terreno ganado, pero si no, entonces preste atención porque le voy a dar las herramientas exegéticas, lo más sencillo posible, para que le sirva de defensa.
El argumento gramatical de los Testigos de Jehová es el siguiente: ellos dicen que cuando el nombre  θεὸς (Dios) lleva el artículo ὁ θεὸς (el Dios), se refiere a la persona, a Jehová Dios, y se debe traducir propiamente con letra capital "Dios". Pero cuando aparece θεὸς (Dios) sin el artículo, lo hace indefinido y debe traducirse "un dios". Así, alegan ellos, en la segunda cláusula, ὁ θεὸς (Dios) lleva el artículo y, por lo tanto, se refiere a la persona de Dios. Pero en la tercera cláusula, θεὸς (Dios) no lleva el artículo, por lo que debe traducirse "un dios". ¿Tienen razón los Testigos de Jehová? Yo diría que tienen razón a medias. Me explico.
Hay unas reglas básicas en gramática griega[6] en relación al artículo:
  1. Cuando un sustantivo es precedido por el artículo griego, el sustantivo queda definido porque el énfasis del artículo es identidad.
  2. En griego no existe el artículo indefinido como el nuestro "un" o "una". Cuando una palabra no tiene el artículo, generalmente es indefinida y se traduce supliendo el artículo indefinido en español, pero no siempre es el caso.
  3. Por ejemplo, los nombres propios sin artículo no necesariamente son indefinidos.
  4. Cuando un nombre tiene el artículo, se enfatiza identidad; cuando no lo tiene, lo que es conocido como "anarthrous" (sin artículo), lo que se enfatiza es el carácter o la esencia de lo que el nombre representa.
  5. El nombre θεὸς (Dios) generalmente aparece con artículo en el NT, pero el artículo no hay que traducirlo. Cuando "Dios" se usa sin artículo lo que se enfatiza es su esencia y carácter.
En Juan 1,1, las tres cláusulas del versículo tienen como sujeto de la oración a ὁ λόγος (el Verbo), al que le sigue alguna forma del verbo εἰμί (ser o estar), y luego otro sustantivo acompañado con alguna preposición. Esta sintaxis se compone de un sujeto y predicado nominal. Pues hay una regla griega interesante:
  1. Cuando dos sustantivos están unidos por εἰμί (ser o estar), si solo uno tiene el artículo, debe ser considerado como el sujeto de la oración, y el sustantivo sin artículo como el predicado.
Por ejemplo, en 1 Juan 4,8 dice "..... ὁ θεὸς ἀγάπη ἐστίν (Dios es amor)". Aquí tenemos la oración de sujeto y predicado nominal, donde el artículo marca el sujeto y la ausencia del artículo señala el predicado. La ausencia del artículo no indica que haya que traducirlo "un amor". No es "Dios es un amor", sino "Dios es amor". La ausencia del artículo habla más bien del carácter y cualidad del amor, expresándose en toda su amplitud. Así, en la cláusula de Juan καὶ θεὸς ἦν ὁ λόγος,  tenemos la misma construcción: sujeto articular + predicado nominal compuesto por el copulativo y predicado sin artículo. La traducción correcta es "y el Verbo era Dios", no "y el Verbo era un dios".
Los Testigos de Jehová, aparentemente no atienden las diversas reglas gramaticales. Esta martingala queda al descubierto cuando en el mismo capítulo 1 del Evangelio de Juan, los Testigos de Jehová toman varias veces el nombre θεὸς (sin artículo) y lo traducen "Dios" no "un dios". Pero, ¿en qué quedamos? Postulan que en la tercera cláusula de Juan 1,1, la referencia a θεὸς hay que traducirla "un dios" porque no tiene el artículo, sin embargo, en otros versículos del mismo capítulo aparece el mismo nombre θεὸς sin artículo, pero lo traducen Dios. En el primer versículo se refiere a Jesucristo, los demás se refieren a Dios Padre.

Veamos la evidencia
Biblia de los Testigos de Jehová:
  
1,6: "Se levantó un hombre que fue enviado como representante de Dios: su nombre era Juan".
V. 12: "No obstante, a cuantos sí lo recibieron, a ellos les dio autoridad de llegar a ser                          hijos de Dios, porque ejercían fe en su nombre".
V. 13:  "y ellos nacieron, no de sangre, ni de voluntad carnal, ni de voluntad de varón,                        sino de Dios.
V. 18:  "A Dios ningún hombre lo ha visto jamás;........".

En cada uno de estos versículos, donde se hace referencia a Dios, el Creador y Padre, el nombre "Dios" es "anarthrous", o sea, no tiene el artículo en el texto griego, sin embargo, ellos no traducen "un dios", porque saben que sería ridículo; sin embargo, cuando se refiere a Jesucristo, sí aplican la regla. ¿Qué les parece? ¿rompen sus propias reglas?
Recapitulemos para una defensa efectiva de los dogmas primordiales de la Iglesia cristiana: la Deidad de Cristo. Para el argumento de que la tercera cláusula de Juan 1,1 (y el Verbo era Dios), no identifica a Jesucristo como deidad, porque el nombre "Dios" no tiene el artículo, y  en griego un nombre sin el artículo es indefinido y, por lo tanto, debe traducirse "un dios", usted podrá refutar con los siguientes argumentos:
  1. Primera razón para la ausencia del artículo:
    • En este tipo de oración (Juan 1,1c) con el verbo εἰμί (ser o estar), el artículo señala el sujeto de la oración, y el predicado es reconocido por la ausencia del artículo.
  2. Segunda razón para la ausencia del artículo:
    • Los nombres de por sí son lo suficientemente definidos y pueden prescindir del artículo.
  3. Tercera razón para la ausencia del artículo:
    • Cuando un nombre tiene el artículo, se enfatiza identidad; cuando no lo tiene, lo que se enfatiza es el carácter o la esencia de lo que el nombre representa.
  4. Cuarta razón para la ausencia del artículo:
    • El nombre θεὸς (Dios) generalmente aparece con artículo en el NT, aunque no se ve en las traducciones. Cuando "Dios" se usa sin artículo lo que se enfatiza es su esencia y carácter.
  5. Como clímax argumentativo:
    • En el primer capítulo de Juan, en los versículos 6, 12, 13 y 18, aparece el nombre "Dios" SIN ARTÍCULO, sin embargo, no traducen "un dios", porque saben que esos versículos hacen referencia a la persona del Padre y Creador.
    • Cuando se refiere a Jesucristo, entonces aplican su regla. Digamos que la fórmula de la Biblia de los Testigos de Jehová es esta:
      • El nombre DIOS, SIN ARTÍCULO:
        • si el contexto indica que se refiere al Padre, traducen: "Dios".
        • si el contexto indica que se refiere a Jesucristo, traducen: "un dios".
Los líderes, entiéndase pastores, maestros, predicadores, y otros envueltos de alguna u otra forma con las Escrituras cristianas, deben ocuparse y preocuparse en que los suyos posean un fundamento firme donde anclarse para cuando lleguen fuertes vientos y azoten el barco. Hay una masa grande de creyentes que, por múltiples razones, no tienen un conocimiento adecuado de la Biblia. Esta masa necesita líderes bien equipados.
Líderes............
                ".............ὀρθοτομοῦντα τὸν λόγον τῆς ἀληθείας".                                                                                    "............que usa bien  la  palabra  de  verdad".  2 Tim. 2,15                                                                     (lit. que corta una línea recta)

[1] Raymond E. Brown, The Gospel and Epistles of John: A Concise Commentary, (Minnesota: The Liturgical Press, 1988), 9-12.
[2] Raymond E. Brown, An Introduction to New Testament Christology, (New York: Paulist Press, 1994), 4.
[3] Martin Hengel, Between Jesus and Paul: Studies in the Earliest History of Christianity, (Oregon: Wipf &Stock Publishers, 1983), 39—47.
[4] Fritz Rienecker, Cleon Rogers, A Linguistic Key to the Greek New Testament, (Grand Rapids: Regency Reference Library, 1976), 217.
[5] A.T. Robertson, A Grammar of the Greek New Testament in the Light of Historical Research, (Nashville: Broadman Press, 1934), 622-623.
[6] Ray Summers, Essentials of New Testament Greek, (Nashville: Broadman Press, 1950), 129-131; William Douglas Chamberlain, An Exegetical Grammar of the Greek New Testament, (Grand Rapids: Baker Book House, 1984), 53-58; Dana y Mantey, Manual de Gramática del Nuevo Testamento, ( El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1975), 131-138.
Bibliografía
  1.  Brown, Raymond E. An Introduction to New Testament Christology. New York: Paulist Press, 1994.
  2. Brown, Raymond E. The Gospel and Epistles of John: A Concise Commentary. Minnesota: The Liturgical Press, 1988.
  3. Chamberlain, William Douglas. An Exegetical Grammar of the Greek New Testament. Grand Rapids: Baker Book House, 1984.
  4. Dana y Mantey. Manual de Gramática del Nuevo Testamento. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 1975.
  5. Hengel, Martin. Between Jesus and Paul: Studies in the Earliest History of Christianity. Oregon: Wipf &Stock Publishers, 1983.
  6. Rienecker, Fritz, Rogers, Cleon. A Linguistic Key to the Greek New Testament. Grand Rapids: Regency Reference Library, 1976.
  7. Robertson, A.T.  A Grammar of the Greek New Testament in the Light of Historical Research. Nashville: Broadman Press, 1934.
  8. Summers, Ray. Essentials of New Testament Greek. Nashville: Broadman Press, 1950.

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